Este es un artículo de opinión escrito por
Tuisina Ymania Brown y Luz Elena Aranda, Cosecretarias Generales de ILGA Mundo.
Una versión condensada de este artículo fue publicada originalmente en Openly
Para las personas católicas, no sólo el es nuestro padre espiritual, sino una voz enormemente influyente a nivel mundial para cientos de millones de personas. Sus palabras de inclusión resonarán y esperamos que impulsen un cambio inclusivo en países, iglesias, comunidades y hogares de todo el mundo.
Después de muchos años de estar encerrades en la oscuridad de la exclusión, ¿debemos sorprendernos con estas palabras que expresan el apoyo para que accedamos a un nivel más básico de la humanidad?
Aunque no tiene precedentes para un Papa, el apoyo expresado por Su Santidad es un nivel básico de protección de los derechos humanos.
Sí, tenemos derecho a una familia;
Sí, hayamos salido del closet o no, esperamos que nuestras familias no nos den la espalda;
Sí, tenemos derecho a que nuestro amor sea reconocido legalmente. Al menos 28 Estados miembros de la ONU tienen igualdad en el matrimonio, y 32 más reconocen alguna forma de unión civil para parejas del mismo sexo.
Les conservadores y les líderes religioses siguen convenientemente utilizándonos como chivos expiatorios para sus propios logros políticos, y la actual pandemia nos ha dado muchos ejemplos de esto, desde las campañas en la India que han acusado falsamente a las personas trans de propagar el virus, hasta los múltiples intentos de eliminar el reconocimiento legal del género.
Las leyes siguen perseguiendonos. En 68 países de todo el mundo, por ejemplo, las relaciones consensuales entre personas del mismo sexo están criminalizadas por la ley, y al menos 13 tienen disposiciones que criminalizan explícitamente a las personas trans. Desde "terapias de conversión" hasta cirugías médicamente innecesarias en niñes intersex, prácticas horribles son las duras realidades a las que estamos sometides. Se nos dice que necesitamos ser "arreglades", a pesar de que sabemos que no hay absolutamente nada malo en nosotres.
La aceptación y el respeto que pedimos rara vez se dan por sentados por la sociedad en general, y por eso palabras como las del Papa Francisco resonarán con muches en nuestras comunidades. Hay esperanza de que las usemos para hacer una diferencia real y duradera.
Sabemos que estas palabras cambiarán la vida de decenas de millones de personas LGBTI en todo el mundo, tanto de las propias personas católicas LGBTI como de les que viven en sociedades tradicionalmente católicas. Nuestra esperanza es que calienten los corazones de aquelles que han rechazado o dejado la fe porque se les ha hecho sentir repetidamente que no son bienvenides, así como que ofrezcan esperanza a aquelles cuya fe es inquebrantable.
El respeto no puede ser un asunto de elección. Tiene que ser sobre todos los aspectos de nuestras vidas, y no sólo nuestro derecho a nuestras familias y nuestras relaciones personales, sino también sobre todes en nuestras comunidades.
Durante demasiado tiempo, la Iglesia ha estado en el mejor de los casos en silencio cuando nuestras comunidades son atacadas, o ha contribuido activamente a esos ataques por sí misma.
La persecución de las personas trans por medio de argumentos odiosos y falaces de "ideología de género" y la limitación secular del papel de la mujer en las sociedades son dos ejemplos. Su silencio de larga data sobre el daño causado por la "terapia de conversión". La tolerancia hacia les líderes religioses que las defender abiertamente. El rechazo a defender la integridad corporal y la protección de las personas intersex. Estas acciones continúan lastimando y matando a las personas LGBTI todos los días.
Muchos en nuestras comunidades luchan con el trauma del rechazo que enfrentamos en los espacios religiosos. Pero en ILGA Mundo siempre hemos mantenido la creencia de que un día la fe también será parte de la solución para abrir las conversaciones y traer el cambio.
Mientras esto sucede, es vital que prestemos especial atención y escuchemos a les miembres de las comunidades LGBTI con experiencias vividas de fe.
Estos diálogos significativos se están produciendo en muchos espacios, desde los lugares de culto locales y las familias, pasando por los seminarios teológicos y las reuniones regionales, hasta el nivel internacional, incluidos los debates intraconfesionales y en las Naciones Unidas. Estas iniciativas suelen estar dirigidas por valientes personas LGBTI de fe.
Vemos cada vez más líderes que apoyan a los grupos marginados, y su presencia y sus palabras pueden ofrecer la esperanza de un mundo en el que todes podamos vivir en paz y con dignidad.